En el paddock

En este artículo trataremos de desentrañar las señales que deben ser tenidas en cuenta al ver a los caballos en el paddock, más allá de lo dispuesto en el programa, los pesos, sus últimas actuaciones, si portan o no visores, anteojeras, carrilleras, etc.

   De los distintos rituales que se dan en un día de carreras lo que acontece en el paddock es de suma importancia para tratar de predecir lo que sucederá en la prueba. En un recinto circular o elíptico, y unos 15-20 minutos antes de cada carrera desfilan los caballos -ya preparados con todos los arreos y elementos necesarios- que van a participar en la misma. En el centro, se reúnen jockeys, preparadores y propietarios para hablar sobre la táctica de la carrera y explicar las peculiaridades de la montura. Los caballos se exhiben dando vueltas hasta que el silbato anuncia el momento en que los jockeys se han de subir y salir a la pista. Mientras, al otro lado de la valla, los aficionados se agolpan examinando a cada uno de los participantes –a los que reconocen por el número que portan en su mantilla- en busca de un ganador.

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   En este artículo trataremos de desentrañar las señales que deben ser tenidas en cuenta al ver a los caballos en el paddock, más allá de lo dispuesto en el programa, los pesos, sus últimas actuaciones, si portan o no visores, anteojeras, carrilleras, etc.

   Debemos partir de un canon más o menos ideal para poder comparar los diferentes PSI que vayan apareciendo ante nuestros ojos: Lo primero que llama la atención cuando ves un caballo de carreras es su cuerpo aerodinámico y musculoso y la aparente fragilidad de sus extremidades, sustentadas en unos tendones capaces de soportar unos 500 Kg de peso y desplazarlos a velocidades cercanas a los 70 Km/h. Son tan poderosos que les permiten dormir de pie cómodamente. El dorso, la grupa y los cuartos traseros deben ser fuertes. Además tienen una cabeza delicada, de perfil recto, y proporcionada al largo cuello que termina en una cruz bien definida otorgándole esa típica anatomía atlética y longilínea de esta singular raza. Poseen una alzada media de unos 163 cm. Tienen una acción larga y uniforme. Sus patas (extremidades traseras) muestran una gran longitud desde la cadera hasta el corvejón con objeto de poder proporcionar el mayor impulso durante el galope. Sus ollares son amplios y les permiten respirar mejor en carrera. Sus orejas son  pequeñas y móviles, y sus ojos demuestran una expresión despierta e inteligente. En definitiva, esta raza se caracteriza por su potencia y velocidad.

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   Con este punto de partida podremos ir fijándonos en diferentes elementos que nos sirvan para descubrir a nuestro ganador de cuantos participantes se nos presentan en el paddock, así iremos estudiando:

  1. Condición

   Lo primero en que nos fijamos en los que desfilan ante nosotros es en su puesta a punto para la competición, es decir si están bien preparados, entrenados, si están “puestos”, si se muestran finos, musculados, o si por el contrario están “faltos”, es decir presentan falta de musculatura, están gordos, no tienen un equilibrio óptimo de grasa corporal. Para ello observaremos principalmente la curvatura de su barriga, la posible acumulación de grasas. En el comienzo de las diferentes temporadas o entre los que vuelven a la competición tras una lesión suele encontrarse alguno pasado de kilos que aprovechará esta carrera para acortar su puesta a punto. Pero tan malo es un exceso de grasas como un físico agalgado o entresijado (en el que se marquen los ijares) que pueden indicar excesos de trabajo, lo que significaría estar “pasado” de forma.

   Su físico por tanto, nos delata si está o no al 100%  y dependiendo de su valor nos podría hacer escogerle o descartarle para el triunfo.

IMG_20160612_1905438582. Pelo

   En invierno como medida de autoprotección el organismo del animal tiende a echar  pelo para defenderse del frío, protegerse o aislarse del entorno hostil. Por tanto, es normal que los caballos luzcan  pelo (largo) de invierno en las épocas frías. Los entrenadores suelen esquilarlos cuando va cesando el frío, para que el animal seque lo antes posible tras los trabajos y duchas, presentando así mejor aspecto. Si no lo esquilan el equino en cuestión termina tirándolo, pero tardan más. ¿Cómo evitar que echen dicho feo pelaje? No es fácil, pero una buena alimentación, piensos suplementados, vitaminados y mineralizados, buenas mantas,  buen manejo del animal, temperatura constante en el box…ayudarán mucho.

   Todos esos factores también influyen positivamente en que el caballo exhiba un buen pelaje (aspecto, lustre, brillo) durante el año.

   Si en épocas templadas el caballo presenta dicho pelo de invierno, largo, lacio, apagado sin brillo, es una mala señal, muy probablemente indicativo de mala salud o lesión, en ese momento o anteriormente.  Si por el contrario el pelo del caballo luce un brillo y un lustre llamativo es señal de buena condición y buena salud y las opciones de ese animal crecerán ese día.

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3. Expresión corporal del caballo

 a) Paso

   Debemos apreciar que el caballo tenga unos buenos aplomos, que sus extremidades estén bien alineadas –ese equilibrio le otorgará unos desplazamientos más seguros-, que apoyen bien y no denoten claudicación o cojera, ni agarrotamiento, sino que se desplacen y apoyen con soltura y flexibilidad; que la secuencia del paso sea la adecuada entre mano y pata marcando los cuatro tiempos.

   Una vez vista la cadencia del paso, nos fijaremos en si lleva vendas en las extremidades. Aunque hay preparadores que vendan a sus pupilos por prevención (para evitar que se dañen con un mal movimiento o posibles alcances), un exceso de vendajes en manos y patas nos lleva a concluir que el caballo padece o ha padecido algún tipo de dolencia o lesión en dichas extremidades. Aquí la condición del terreno jugará un importante papel, pues el terreno blando le aliviará considerablemente su afección en las rodillas y le agudizará los problemas en los tendones (y viceversa en los terrenos firmes o duros).

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    También nos fijaremos en sus cascos y herraduras. Los cascos deben ser amplios y redondeados, lo que permitirá una buena base para que sus desplazamientos sean los más adecuados. Un herraje incorrecto o la pérdida de una herradura durante la prueba puede acabar con las posibilidades de victoria del caballo.

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   El paso del caballo también nos habla de su personalidad y su actitud ante la prueba, de su “altanería”, elegancia, estado de ánimo…

b) Actitud

   El caballo sigue una rutina diferente cuando debe afrontar una carrera, por tanto ya sabe, a veces desde el día antes, que le toca salir a pista. Para algunos será un alivio ese cambio de rutina y esperan con ganas la competición. Para otros será un momento de tensión y nerviosismo, más si es su primera vez (debutantes) o si no han tenido una buena experiencia en sus anteriores salidas (porque hayan recibido algún impacto contra otro caballo, hayan tropezado y caído, hayan desmontado o recibido demasiado castigo…). Captar cuál es el estado del animal nos es de gran ayuda pues tan malo es un exceso de excitación, -traducido en desgaste previo a la carrera dejándose gran parte de sus opciones en el paddock-, como  un estado de excesiva relajación, tristeza y abatimiento, como si estuviera derrotado antes de salir a pista, pues en muchas ocasiones es síntoma además de mala salud física o mental.

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   El estado de nerviosismo del caballo se intuye por sus movimientos, su excesivo temperamento o falta de docilidad en la conducción del mozo que le lleva, sus coces, sus movimientos airados con la cabeza…

   Si no presenta estos síntomas, anteriormente mencionados, pero tiene una sudoración llamativa suele ser su forma de exteriorizar ese nerviosismo y por tanto es indicio de que algo falla, ya sea por dolor, falta de forma, miedo ante el debut, enfermedad, fiebre, malestar… No debemos considerar esta cuestión en épocas estivales o de elevadas temperaturas. A 35-40º todos sudamos, aun estando en plenitud.

   En cuanto al sudor entre los cuartos traseros, en las nalgas,  no hay claros indicios de que éste sea un mal síntoma, pero es una señal que no suele convencer demasiado a algunos veterinarios y expertos y que tienen en cuenta en sus análisis.

   El estado de relajación excesiva se puede percibir si el caballo muestra la cabeza muy baja y las orejas poco móviles. Por el contrario el caballo debe tener un estado de alerta general, que se percibe por un ojo brillante, orejas móviles y erectas escuchando en cualquier dirección, una expresión despierta, atento a lo que sucede a su alrededor.

   Los caballos más experimentados suelen mostrarse más tranquilos en el paddock, lo que en la carrera se traducirá en una mejor concentración que le permitirá afrontar las diferentes situaciones de estrés que en ellas se puedan originar con mayor eficacia.

   Las yeguas son hembras poliéstricas estacionales y entran en periodo de celo sobre todo en primavera. En esta época hay que valorar por tanto su grado de excitación o nerviosismo, si miccionan en el paddock o presentan contracciones en la vulva pues son síntomas de celo y ello les pueden mermar sus opciones de victoria en la carrera.

4. Heces

    Que el caballo defeque antes de la carrera puede ser normal, pero hay que fijarse en si las heces son duras o blandas, ya que de ser sueltas o blandas es indicativo de algún tipo de malestar gastrointestinal. También se puede ver observando la zona perianal y los cuartos traseros si está limpia o sucia. La presencia de heces blandas podrían reducir las opciones de rendir a su máximo nivel.

 5. Espuma en la boca o exceso de babas

   La aparición de alguno de estos elementos tras un trabajo no tienen por qué ser indicio de nada grave, pero en un estado de reposo del animal no son un buen síntoma normalmente ligado a un problema de salud, ya sea dental o de otra índole, por ejemplo por intoxicación alimentaria o porque el caballo ha chupado o ingerido algo de sabor desagradable para él.

6. Canter previo

   Aunque éste se produce ya fuera del paddock, es también de suma importancia para conocer la condición del animal ver el canter que realizan desde la entrada en pista hasta los cajones. Puede transmitir sensaciones buenas o malas (muchas veces el jockey percibe qué grado de condición tiene su cabalgadura en ese canter y por ende sus posibilidades en carrera). El caballo entrará en calor y estirará sus músculos llegando a los cajones en la mejor disposición posible para la carrera.

Alternativas

   Estimado lector, todos estos factores hacen más completo el análisis a la hora de escoger al ganador de la carrera, pero no son concluyentes por sí mismos.  Hay otros elementos que inciden en el resultado como son la monta, el peso a portar, el desconocimiento del hipódromo, etc. Al final la pista dictará sentencia: es lo que llamamos la incertidumbre del turf, que le hace ser tan apasionante.

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